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De mar Amar16-07-2021

Capítulo Undécimo

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Carta de Sebastián desde La Plata (juicios) a Alejandra

From:

Sebastián Angelini

To

Alejandra Eberhard

 

Querida Ale

Cuanto quisiera estar contigo aquí. Sentirte cerca en estos momentos terribles. Las audiencias y los testimonios lastiman mi memoria. El miedo de los testigos de no hablar siquiera de lo que había pasado. Los militares llevándose a mama. Los vecinos que atestiguaron. Los militares entrando a un hogar, rompiendo todo. Arrastrándola como a un animal. Ay Ale, Ale. Y yo una criatura que apenas arrastraba las primeras gateadas. Ay Ale mi Ale. Son estos los momentos en que uno quiere estar abrazado a lo más importante del mundo. Lo más preciado que tenemos. Un padre que abandona a su esposa con un crío. Los militares desaparecen a mi hermanastro y luego secuestran a mi madre. Mis abuelos, los viejitos que me criaron ya no están en este mundo. Ay mi Ale mi Ale. Cuanto daría por sentir tu apretón de manos, tus abrazos de pantera, el filo de tus labios recorriéndome para que olvide tanta negrura.

Y sabés qué? Me muero por un pedacito de tu turrón de quaker. He visto a Clara, mas ciega de odios que nunca. No sé si el olvido y la represión le hayan hecho vaya uno a saber. Perdoname que te lo cuente pero es necesario llegar a un acuerdo con Ella. Juan Manuel ni quiere hablar conmigo. Ernestina se ha enfrentado a su madre por las mentiras, por haberles hecho creer en un abandono que no fue tal, que huyó negándome la oportunidad de verlos, y ni tan siquiera saber de sus vidas. Sé que te molestará que haya estado conversando con Ella, pero debo saber de mis hijos y recomponer una comunicación con Ella para evitar que se vuelva a interrumpir todo contacto y que los chicos sufran más de lo que han sufrido ya. Gustavo me necesita en Torrevieja para ver un tema, increíblemente relacionado con el pasado de aquí. No quiero irme sin verte antes. Te he enviado un mail antes que no contestaste. Pero no nos hagamos daño. El proyecto sigue en pie. Vamos a España, Torrevieja te encantará, hay que arreglar el asunto de los niños, y tu separación, pero como sea no me iré sin vos Alejandra, créeme. Y si mi obligan por razones de fuerza mayor y profesionales, volveré a tomar un avión, con los últimos ahorros para correr a tu lado y esperarte en la cabañas.

Mañana hay otra audiencia. Se hablara de como llego a >>España y como conozco a Clara. Las historias parecidas. parece que a los efectos legales eso sirve para probar el terror aplicado en el país y fuera de él, incluso.

Por eso ella está aquí, y va a declarar su testimonio como el mío es importante. >porque centenares de familias no han tenido esa suerte. Y los chicos nacidos en cautiverio por ejemplo que se los llevaron para ser criados por familias que tomaban en adopción, a veces incluso los mismos militares. Es decir criaturas criadas por los asesinos de sus padres.

Es tan duro todo esto. Necesito olvidarlo y por ello te necesito. Vamos Ale, en el finde cuando no haya audiencias ni juicio, me hago una corrida a Mar de Ajó, y nos vemos en la cabaña. Se lo que vas a decirme. Que piense en el cable a tierra que me tiras. Pero ya no tengo ganas de bajar a la tierra. >Te quiero arrancar de este país incierto, de esta falsa democracia, de esta terrible injusticia, de esta sociedad que niega a sus desaparecidos. Y de una vida gris que te matará y te matara lentamente, para que n o sepa tu corazón como se va muriendo. Iba a dártelo con la rosa subiendo por tu cuello pero te lo enviaré por acá. Esta poesía que me desgarra y que te escribo, que empecé pensando que no sos, nunca fuiste una aventura

 

No busco una aventura

De tus ojos caramelo y briznas

Tomaré su brillo de lloviznas

Para saciar la sed que me procuras

 

Busco explorar la mata castaña

De medusas que onduladas

Prometen un rumor de brisas

Resbalando en hombros de alabardas

 

Quiero descender por la estepa,

 Blanca, del misterio de tu espalda

Tomar por asalto tu cintura

Yo no busco una aventura

 

Quiero en la noche más oscura

Escalar la cima rosa

De tus gemelas colinas

Yo no busco una aventura

 

Busco, cruzar las columnas de Afrodita

De tus muslos; y balbuceante

Cabalgar de amor tus secretas galerías

Susurrando una poesía agonizante

 

Un nuevo planeta se avecina

El sol de Aries, allí se amura,

Yo no busco una aventura

Busco un amor ¿Me ayudarías?

 

Con el inmenso amor que me supiste despertar pichona del alma, Sebastián.

La respuesta no se hizo esperar.

From:

Alejandra Eberhardt

To:

Sebastián Angelini

Querido Seba.

Perdóname que no he escrito antes, sabes que por lo general no actúo por impulso y que si demoro en contestar es porque hay algo que me aqueja o que mi razón está procesando.

Ahora que me cuentas sobre los motivos de tu viaje y lo de Clara me siento aliviada y se me esclarecen las ideas, pues debo contarte que ella fue a visitarme a mi trabajo... si, así como te lo digo, apareció preguntando directamente por mí y se presentó como una corredora de bienes raíces en busca de préstamos para inversiones. No te imaginas la procesión que yo llevaba dentro mientras la atendía, sin saber si era simple casualidad o si había una premeditación en esa consulta financiera, sin saber exactamente sus intenciones o si ella sabía con quién estaba tratando decidí manejarme profesionalmente y la atendí como a cualquier cliente del banco... pero costó y bastante.. Una tormenta repentina nublo mi cielo y una lluvia de preguntas y dudas cayeron sobre mí esa mañana mi querido Sebastián…

 No me atreví a escribirte antes, deseaba tanto que algo me diera la certeza de que sólo se trataba de cizaña que ella quería sembrar en nuestro camino y antes de dar un paso en falso preferí esperar a que los días y tu accionar me lo confirmen y ¡ay Dios! agradezco al Universo haber  recibido este correo tuyo. Pues la guerra entre mi corazón y mi razón estaba al borde del colapso... de sólo pensar que me habrías engañado y que volviste con ella me desgarraba el alma, sentía un vacío oprimir mi pecho dejándome sin aire, como si se habría abierto en mi corazón un agujero negro succionando todo mi ser a la nada misma..

Debo seguir preparando la cena por aquí... mañana vuelvo a escribirte...

No te soltaré la mano Corazón!

Te quiero tanto...

Tu pichona.

Las largas noches de escritura y vodka helado con jugo de durazno, transformaban el amanecer de Sebastián en la cabaña de Villa Clelia, en un radiante sol de avanzada la mañana. La bandeja de entrada tenía varios mensajes. Pero algo le dijo que debía leer de inmediato. El estupor le hizo resbalar la taza de café. Mail de Alejandra:

Querido seba.

Aquí estoy otra vez escribiéndote como lo prometí. Te cuento que me imprimí tu poesía y la tengo guardada en mi mesa de luz para leerla antes de dormir, pues me fortalece el alma!! Yo tampoco busco una aventura... ni siquiera pensé alguna vez estar en la situación en la que hoy me encuentro, llena de entuertos y de peligros acechantes pero con un amor firme! Con una luz al final de tan oscuro camino que debo cruzar...

Lo he pensado y me encantaría ir contigo a Torrevieja, iniciar una vida juntos desde cero, dejando todo atrás, alejados de las miradas críticas del qué dirán, alejados de una economía de constante inestabilidad, alejados de las raíces tóxicas de una sociedad y una cultura que nos llevaron a la infelicidad y a la mala toma de decisiones… Pero sabes qué?... si todos nos vamos ¿Cómo y cuándo cambiará esa realidad en este país?  No todos los argentinos son malas personas, muchos estábamos reprimidos por la historia trágica, la cultura impuesta y el manejo social que ciertos grupos de poder hicieron para sacar algún provecho privado. Y mírame! Conocerte me cambió la vida! Tu espíritu de libertad, de justicia, tu liderazgo y tu enseñanza de vida me hicieron entender muchas cosas que ni siquiera las hubiera pensado alguna vez… Podríamos quedarnos aquí y trabajar con la gente para lograr el país que queremos! Nos necesitan mi querido Sebastián!..

Capaz estoy idealizando demasiado pero vale la pena intentarlo, alguien tiene que dar el puntapié inicial! Hacen falta líderes en este país y no me refiero a políticos…

Parece que José también estará en esa ronda de declaraciones por los Juicios, espero no tengas la desgracia de tener que cruzártelo, cuando esta por casa no se le pueden arrimar los chicos que los torea como un perro encabronado...

Estoy contigo en esta corazón y en todas las que me permitas estar...

Te amo.

Ale.

Sebastián sintió un peso de responsabilidad en el visible cambio de su “pichona”, pero también un deseo profundo de poseerla en ese mismo instante. Se convenció como nunca que la tan deseada unidad definitiva estaba al alcance de la mano. Un segundo mail de Gustavo desde Torrevieja lo ponía en su sitio. Aquello tan feliz tenía un plazo inexorable para materializarse o entraría en un nuevo cono de sombras.

From

Gustavo

Torrevieja Alicante

To:

Sebastián Angelini

Mar de Ajó

Hola Campeón. Pintan bastos en tu país. Te conseguí algo más fuera de lo común para que lo investigues y redactes a unos amigos de otras publicaciones. Es continuación de lo anterior. Les interesa por tu experiencia personal. Terminan tus declaraciones en los juicios y te mandamos los pasajes para que te vengas urgente a >Torrevieja. Necesitamos tu talento aquí. Y con el bagaje testimonial que traes, harás profesión y negocio por este lado del mar chaval!. Eso sí tercerizamos el trabajo. No mezclemos nuestra revista con esas historias. <Se las pasás a mis amigos con seudónimo. Pero te venís aquí. Terminaron tus vacaciones argentinas. Cambiás el asado por la paella de nuevo. Vale?

Abrazo

Sebastián volvió a servirse vodka. Releyó el mail y gruñó: -Joder hombre, ¡joder!

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Pasadas varias semanas todos los actores de esta historia declaran en las audiencias, hacen reuniones en casas y clubes para evaluar la marcha de los procesos judiciales, pero también para rearmar la lucha política por los derechos humanos. Tanto Clara como Sebastián ni bien declaran o se reúnen con los abogados y los dirigentes de las organizaciones de derechos humanos,  regresan a Mar de Ajó donde tienen su estadía de descanso y reflexión. También Ernestina hace lo mismo con Juan que era oriundo de esa localidad.

Clara perturbada por la irascible respuesta de Ernestina a su intransigencia con su padre, terminó de alarmarse cuando descubrió que no solo había hecho pareja con Juan sino que ya convivían en un departamento del barrio los troncos. Consternada por los hechos que se precipitaron, la pérdida de autoridad y ascendencia que había tenido con Ernestina, sentía ampliarse el horizonte de soledad que tanto temía. Juan Manuel no pensaba abandonar la Falda como no sea para ir a Córdoba. Estaba en estos trances de tribulación interior cuando sucedió lo inesperado.

 

Ariel Ingaramo escribió con esmero.

From:

Ariel Ingaramo

To:

Clara Zehnder

 Compañera Clara. Espero no te moleste el atrevimiento de escribirte. Ernestina me paso tu correo. Sé que te has tomado unos días para volver a Mar de Ajó hasta tanto los juicios abran nueva audiencia para tu caso. Tu declaración demorará. Pero sería importante que nos reunamos. Me tomaré un colectivo ni bien salga uno para allá, porque necesito un poco de aire fresco. Y el mar me sienta bien para eso cumpa. Y quisiera que me digas donde puedo ubicarte para charlar un poco, aunque debo ser franco no solo de la coyuntura en esta hora de justicia.

Espero tu respuesta y Abrazo compañera  

HLVS.

Ariel

Clara que esperaba un correo de Ernestina para reiniciar un diálogo hechos trizas semanas antes con la violenta discusión en Villa Los Troncos, o del propio Sebastián para tratar de un nuevo acercamiento, o incluso de Juan Manuel que seguía en La Falda; se sorprendió de esta súbita novedad. Ese rostro de profundos huecos debajo de los pómulos, de entrecana barba rala, de ojos grises que nada le decían, comenzaban a aturdirla.

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José Madero tenía la costumbre inveterada de cuidar su atavío como un príncipe florentino. Cada vez que viajaba a La Plata o al interior se alojaba en hoteles exclusivos. Doblaba cuidadosamente sus corbatas versace, y sus trajes de colección. Por ello a la niñera no le extrañó que estuviera preparando valijas y viera abierto el guardarropas y los cajones de los muebles.

Alejandra regresó del banco a la hora de siempre.

-Hola Estela, perdón por la tardanza

-Buendía señora. Yo ya llevé los chicos hasta el transporte es colar para la escuela.-

-Si lo imaginé, ay gracias Estela. Te recompensaré por esto.

-Está bien señora.

La siesta de Mar de ajó era un murmullo de lejanos sonidos de la playa.

-Mi esposo llamó?

-El señor estuvo temprano y preparó sus valijas. . .

-Estuvo aquí?.-

-Sí, y se fue también temprano, los chicos dormían aún y fue a darles un beso a la cama.

Alejandra no comprendió de inmediato la súbita presencia y, la no menos súbita partida de José. Sus imprevisibles rutinas de viajes no eran novedad. Pero llegar de improviso y partir casi inmediatamente denotaba algo diferente que no conseguía descifrar.

Abstraída en ese pensamiento, presintiendo una sombra admonitoria sobrevolando la atmósfera de la casa, no escuchó el saludo de Estela.

-Señora, puedo irme ya?

-Ah sí, perdón, andá andá querida, discúlpame y gracias por los chicos-

Como si considerara una obligación de advertencia la niñera agregó.

-Creo que el Señor le dejó algo sobre la mesa redonda de la cocina- Y se alejó cerrando lentamente  la puerta de salida.

Alejandra dejó la cartera en el sofá y se dirigió a la cocina a ver el “algo” de que hablaba Estela. Un sobre blanco con su nombre garabateado en la inconfundible letra de José.

No supo porque lo abrió casi con displicencia, como si se tratara de una mera lista de supermercado. Algo que no quería que quedase ni en WhatsApp ni en Facebook. Un simple papel escrito con el membrete de la automotriz:

 

Alejandra

Esto no va más. Los dos lo sabemos. Sencillamente me voy. Mis abogados se pondrán en contacto con los tuyos cuando los designes y arreglaremos el divorcio y el régimen de visitas de los chicos. Ya los saludé hoy y les dije que me iba a un viaje largo.

Teniendo en cuenta que los bienes son gananciales no haré demasiadas objeciones. Pero quiero dejarte en claro que el “Corolla” me lo quedo yo

José.-

No sabía cómo reaccionar. No podía encontrar un punto de equilibrio entre la indudable libertad inesperada, por un lado, que la ponía en plena capacidad de maniobra para ordenar sus pensamientos y acciones frente a la propuesta de Sebastián. Y por el otro, la súbita condición de dificultades para explicar a los niños la nueva vida que se avecinaba, a la familia y el círculo de amistades más cercano, la comidilla en el banco, el revuelo en el barrio, las dificultades por el mantenimiento de la casa, los compromisos contraídos.

El cumpleaños de Dante estaba cercano. Todo el mundo haría preguntas.

De pronto, y pese a que más de una vez deseó consumar el hecho de encontrarse liberada, en la ola de silencio, los niños ausentes, y la casa vacía, musitó como si rezara:

-Ay Seba, Seba dónde estás corazón? Cuánta falta me hacés ahora!


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