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No caben dudas a esta altura de la humanidad que la ciencia ha permitido mejorar la calidad y sobre todo la expectativa de vida de la población mundial.
Hace 25 años, voces de similar tenor a las que escuchamos hoy apuntando contra el glifosato, hacían profecías sobre los transgénicos, pronosticando los perjuicios que para el género humano, acarrearían estos alimentos con sus consecuencias devastadoras.
Ante esto, la ciencia con prudencia y sentido común respaldaba con años de evaluación las mejoras que proponía para la producción y la alimentación mundial, aseverando que sería segura la utilización de estas innovaciones.
Ya hay una generación completamente alimentada con estas tecnologías y lejos de producirse lo que pronosticaban los infundados temores, la ciencia una vez más demostró que su silencioso avance sigue siendo la gran posibilidad de progreso para el Hombre.
Creemos que un sano temor y desconfianza sobre las tecnologías y los procesos de producción son necesarios, pero legislar y regular en estos aspectos específicamente técnicos, implica la responsabilidad de tener como principal fuente a organismos y científicos competentes para cada proceso.
Consejo Directivo de Carsfe