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Actualidad23-09-2017

La Esperanza Profunda por  Daniel Frank

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“Siempre es mejor ser rico y sanito que pobre y enfermo” decía Juan Carlos Pedroni, hijo menor del mayor poeta de la ciudad, José Pedroni. Pareciera, como todo dicho popular, una verdad de perogrullo, pero, como todo dicho popular, no lo es.
Las elecciones 2017 en la ciudad traen novedades. Algunas buenas, otras malas. Y una sociedad que tiene que ser repensada todos los días. Cada uno de los esperancinos es responsable de la ciudad. Una comunidad conlleva una responsabilidad social inherente al ciudadano.
La ciudad es un tema muy grande, como para dejarla sólo en manos de los políticos. Todos los esperancinos deben ser actores sociales en sus diferentes grados y responsabilidades.
La grieta en Esperanza
Hay una Esperanza que tiene todas las necesidades cubiertas. La Esperanza del country y el barrio cerrado. Es la suma de varias generaciones de familias luchadoras en su enorme mayoría. Se ubica en su generalidad y en una división absolutamente arbitraria, entre la Plaza San Martín y las calles Janssen al oeste, Dr. Gálvez al sur, 1ro. De Mayo al Este y la Ruta Provincial 70. Es el casco centra de la ciudad.
Hay un espacio suburbano donde se entremezclan- depende del sector- vecinos de clase media claramente trabajadora y profesionales, que representan una especie de “islotes” , “mojones”, con propiedades más importantes.
Y luego está, la Esperanza profunda. La de barriadas que han crecido fuertemente desde 1983 hasta la fecha, con diferentes políticas impulsadas desde los gobiernos municipales.
Esta es la realidad. Sin culpas de nadie. No tiene sentido saber porqué ha pasado esto buscando culpables. Sólo sería un acto de personas ignorantes echar culpas o decir “yo no fui”, por las dudas fuera malo.
Lo más importante es, entender que, es el impulso del progreso. Aunque no del desarrollo. Porque progreso es ir hacia delante tanteando las salidas, a ciegas, y desarrollo es un avance planificado para bien de la sociedad en su conjunto. Es lo que diferencia a la Argentina de Canadá, por ejemplo.
Hay una realidad de grieta profunda que es producto de la conducta del progreso, separada de la cultura del desarrollo. Y está saliendo a la vista de los sectores que tienen poder en la ciudad y ante la misma sociedad esperancina. Con el paso del tiempo, ese conocimiento de la realidad de lo que nos pasa , se va a socializar.
Dos candidatos a concejales, de fuerzas políticas destacadas en la ciudad y la provincia, contaron que vieron dos realidades muy fuertes en ciertos barrios de la periferia.
Uno dice que hay niñas desde 10 años trayendo niños a la ciudad, chicas menores de edad que en el año 2016 han dado a la vida a más de 300 niños. En un mismo barrio. Con la precariedad moral y económica que traen consigo estas realidades sociales.
Otro concejal dijo que en un sector pobrísimo de Esperanza hay 9 madres viviendo en casuchas de madera y plástico donde moran con 32 niños que van a las escuelas La Dorada- semi rural- y La Escuela del Barrio Los Troncos.
Todos estos niños tienen sólo padres biológicos. Ninguno, padres presentes. Y la lamentable tendencia es que estos hechos van a aumentar. Y es bueno aclarar que este grupo de familias es un cuadro de otros cuadros- un poco más lavados territorialmente- en su miseria humana. Son muchos, ¿cuántos?
La otra mirada es por ejemplo, en la política del hábitat.
Hay barrios enteros que están siendo creados como “casas de fin de semana” de familias esperancinas. Es decir, estas familias tienen una casa de lunes a viernes y otra los sábados y domingos, a unas cuadras más allá.
Son dos pinturas contrarias, a cuadras de distancia, lo bueno y lo peor. En el medio está la grieta. Y la vida de muchos. Es decir, la pobreza, la miseria, el delito, la droga, el alcohol, los padres ausentes, los trabajos esclavos, la utilización política de sus situaciones. Y miles de personas y familias pobres que la pelean todos los días como personas que son, de un enorme valor moral.
Allí es donde surgen todas las preguntas y sus respuestas: ¿y qué hace la policía? ¿Y que hacen los jueces? ¿Y qué hacen los concejales? ¿Y que hace el gobierno municipal? 
Y habría que agregarle otras ¿ y qué hacen los partidos políticos? ¿y qué hacen los periodistas? ¿y que hacen los médicos? ¿ y qué hacen los empresarios del campo y la ciudad? ¿ y qué hacen las vecinales? ¿y qué hacen los sindicatos? ¿ y qué hacen las instituciones de la ciudad?
¿Y qué hacemos los esperancinos con la realidad de este tiempo histórico para mejorar lo que va a venir?
Los abuelos nos dicen
Cuando poblaron esta tierra salvaje, los inmigrantes abuelos “no gestionaron” soluciones afuera. No se echaron culpas. No buscaron culpables a sus situaciones familiares y de condiciones de vida. Vieron el problema y buscaron soluciones. 
Representados la sociedad esperancina en seis y seis, se sentaron a la mesa que llamaron Conncejo y cada uno leyó su realidad y programaron desarrollo. Fue una sociedad de personas adultas que se hicieron cargo de la ciudad.
No tuvieron el acto de cobardía de negar el drama que vivían. Lo vieron, lo enfrentaron y lo vencieron. La historia contada en las actas del Concejo Municipal muestra que todo problema tiene una solución viable. Cuando se posee lo que tuvieron nuestros abuelos: grandeza moral y espiritual y una cerrada defensa de lo mejor para la ciudad.
Futuro inmediato
¿Es posible salir de la inseguridad, algunos de que no le roben lo que tiene y otros de comer o no comer en el día de hoy? ¿De tener una educación pobre o una educación digna? ¿De tener biblioteca o no tener biblioteca? ¿De tener supermercado más barato o de tener despensa con alimentos más caros que en el centro? ¿De tener dos casas y de no tener ni para alquilar la más pobre de las viviendas? ¿De tener crédito bancario hasta el no tener siquiera un despensero que te anote una leche?
¿Hay respuestas para los intereses y las preguntas de los 50 mil esperancinos que tenemos el derecho de vivir en paz con nuestras familias?
Siempre la hay. El tema central es verlo y quererlo. Haciéndose responsable cada uno de la parte que le toca.
Había una vez, un bosque que se prendía fuego. Todos los animales, el león a la cabeza, el rinoceronte, la jirafa, los ofidios, las hienas, las panteras negras, los tigres corrían desaforadamente buscando salvarse.
Sólo un pajarito cargaba agua en el río con su pico y lo tiraba al fuego.
Al verlo el león y los animales detuvieron su carrera. Y le preguntó el Rey de la Selva, con sorna ¿vos creés que vas a apagar el fuego con tu pico?
El pajarito los miró y le dijo: No sé… yo sólo estoy haciendo mi parte.
Daniel Frank


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