Desde tiempos inmemoriales, Argentina tuvo expresiones antiperonistas que se manifestaron al extremo en golpes de Estado, proscripciones, prohibición de pronunciar el apellido Perón y un bombardeo criminal sobre la Plaza de Mayo.Más acá en el devenir de la democracia recuperada en 1983, la colisión de proyectos políticos e intereses dio nacimiento a "la grieta", simplificación que procura hablarnos de divisiones, enfrentamientos y un lado demoníaco según en qué orilla de la marca se ubique cada quien.La diputada Elisa Carrió, oriunda del Chaco, ex funcionaria judicial durante un gobierno militar en su provincia, se erige en exponente del planteo maniqueo que subyace en la explicación de que hay buenos y malos en la representación política. Y que los malos, aún electos y reelectos por el voto popular, deben estar presos.Luego de autoproclamarse defensora de la República y sus instituciones, Carrió actúa el papel protagónico que la hegemonía mediática de Argentina le asigna: portadora de la ética republicana, la única capaz de derrotar al populismo y cualquier otra manifestación que ponga en riesgo "la salud de la Patria" como conciben la Patria la Sociedad Rural Argentina, el diario La Nación, la banca, el empresariado multinacional y, en general, los detentadores del poder real en nuestro país.Bajo la misma consigna, con el cobijo del mismo patrón y en tandem con Carrió, el fundador de Página 12, Jorge Lanata, devino en la espada más filosa y eficiente para acometer la batalla contra el demonio kirchnerista que "se robaron todo" y representan la corrupción que Magnetto, Macri, Bulgheroni, Grobocopatel, Etchevehere, Sanz, Kovadloff, Bonadío, Calcaterra, Caputo, Marcos Peña, y siguen las firmas, no están dispuestos a seguir tolerando en la Argentina. No toleran, en rigor, la corrupción del Estado. De la corrupción "privada", Odebrecht, licitaciones de obra pública ganadas con coimas, autoperdón de deuda del Correo, Papel Prensa, etc. prefieren no hablar.
Elisa Carrió fue la estratega de la alianza que desembocó en Cambiemos. Lanata es el vocero del contrapoder democrático simbolizado en el Grupo Clarin (igual que O Globo en Brasil). El poder de fuego y la penetración de los medios de prensa tradicionales y digitales en manos del monopolio hacen el trabajo de colonización mental de los receptores en cuya cabeza instalan frases y mandatos que se repiten al infinito.